Aída es grande

Aída se fue de la forma más surrealista y almodovariana que podamos imaginar. Plancha en mano acabó con la vida de su yerno, un chulesco maltratador, que sólo se merecía ese final. Tras el crimen, todos los personajes se agolparon en la portería para despedirse de la asesina, que abandonaba esposada la serie, mientras todos empujaban el coche patrulla. La "mari" más querida de la pantalla decía adiós.Seguirá las locuras familiares y vecinales de Esperanza sur desde el "trullo".





Aída es grande. Sí, muy grande. Una serie capaz de hacernos reir con chistes racistas, homófobos, de yonquis, parodias familiares, cretinos aprovechados y demás canallas. Vía libre para los guionistas y guerra contra lo políticamente correcto. Siempre combinando la más fina y exquisita ironía con el humor más soez y chabacano. Por eso, ha sido líder indiscutible de su franja horaria, incluso, durante sus reposiciones.
¿ Y ahora qué? Aída es la primera serie spin off que se realizada en España. Esta limpiadora alcohólica cautivó a los espectadores en " Siete Vidas" y le hicieron un traje a medida, una serie autónoma.Y la jugada salió perfecta.
Un buen guión, y nuevos personajes con personalidad propia: un hermano recién salido de proyecto hombre, una madre ex-cabaretera fracasada, una hija choni entre las chonis, un hijo delincuente juvenil, una vecina prostituta, un tendero calvo y tontorrón con un hijo recién propulsado del armario y, el propietario de un bar, aprendiz de mafioso de barrio y explotador de "machupichus". En definitiva, una pandilla de perdedores entrañables trazados en forma de sarcástica caricatura. Quizás por ellos, Aída sobreviva sin Aída. El Luisma no es tonto. Los guionistas tampoco.